¿Usted ve lo que nosotros estamos viendo? Marcel Lefebvre dando la comunión a una mujer semi-desnuda. Foto publicada en el sitio oficial de la SSPX.
Y luego la siguiente cita de la Escritura: “Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con que medís, os volveran a medir (Mt 7: 2)”
La imagen de la entrada es la siguiente
La entrada generó una catarata de comentarios y correos electrónicos criticándome por subirla y por lo que yo estaba insinuando, según mis lectores, que Lefebvre daba la comunión a una mujer con el torso desnudo. He decidido publicar una aclaración y suspender la agenda de publicaciones aquí en Sursum por unos días, a fin de subsanar cualesquier duda sobre mis intenciones, y sobre el fin de este tipo de entradas.
En esta entrada, en primer lugar, deseo explicar lo que se ve en la imagen, cosa que parece necesaria. En segundo lugar, recordar qué enseña la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia sobre el decoro (entiéndase no sólo el “buen vestir” y especialmente el estar vestido) en la vida cotidiana, ante los ministros de Dios y en los lugares sagrados. Luego, veremos cómo los obispos y sacerdotes a lo largo de la historia trataron el tema. Aquí trataremos con ejemplos concretos, poniendo referencias a libros y a documentos históricos para que puedan ser consultados por cualesquier lector.
Finalmente, abordaremos en las conclusiones una comparación entre la actitud de los ministros católicos frente a fieles desnudos o malvestidos, y la de Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, y la actitud de sus seguidores, algunos de los cuales dejaron sus comentarios aquí.
En una sección final, como apéndice, se responderán algunas críticas y comentarios que he recibido, bien por correo, bien en el mismo blog, o bien por mi Facebook.
I. ¿Qué se ve en la imagen?
Deseo detenerme en primer lugar en la imagen. En ella se puede apreciar a Marcel Lefebvre rodeado de unas mujeres africanas, que tienen el torso desnudo. El obispo está sonriendo ante la mujer. A su lado se ve a otra, también semi desnuda.
Aquí debo hacer una aclaración. Yo recibí esta foto de un sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (cuyo nombre no puedo revelar, porque puede ser expulsado), quien me la referenció como “Monseñor Lefebvre dando la santa Comunión a fieles africanas”. La fotografía iba acompañada además de un link al sitio del distrito de los Estados Unidos de la FSSPX. Al pie de la imagen se puede leer: “Arzobispo Lefebvre siendo recibido por fieles de África”.
Algunas cosas debo admitir antes de proseguir: no noté por la impresión que me causó la fotografía que Marcel Lefebvre no lleva siquiera una estola, ni tiene en su mano un copón. Por lo tanto, es verdad que no está repartiendo la comunión a mujeres semi desnudas. Este mismo error lo cometió el blog “Today’s Catholic World News Blog”.
Ahora bien ¿Es escandalosa la imagen de Monseñor Lefebvre, aun cuando él no estuviera dando la comunión a estas africanas?
Sí. En primer lugar porque no es la actitud que corresponde a un obispo católico, en segundo lugar, porque a lo largo de la historia de la Iglesia, los obispos y presbíteros SIEMPRE (como demostraremos en este ensayo) amonestaron a los fieles sobre el vestir. En tercer lugar, quiero aclarar que, no obstante la imagen de Marcel Lefebvre contemporizando con las indígenas africanas descubiertas puede ser motivo de justa indignación, o por lo menos, de sospecha sobre cierta tendencia “modernizadora” o conciliadora, no creemos que ese sea el mayor problema que deben enfrentar quienes lo ven a él como el paladín de la tradición o el salvador de la Iglesia.
II. La Iglesia habla sobre la modestia y el decoro en el vestir
Es muy común escuchar y leer en medios tradicionalistas el tema de la modestia al vestir. Existe de hecho un muy interesante texto de Monseñor Mark A. Pivarunas, dónde trata el tema como creo, deberían tratarlo todos los sacerdotes y deberían a su vez entenderlo los fieles.Por su parte, en Foro Católico se publicó una selección de citas de autoridades de la Iglesia Católica en referencia a la modestia y recato al vestir, sobre todo cuando se está ante Jesucristo Sacramento, en el templo, y en la vida cotidiana.La modestia en el vestir (y ni hablar el vestir en sí mismo) es un medio, no un fin. ¿Cuál es el fin? Adorar a Dios, dar testimonio de que seguimos sus mandamientos.
Para quienes tienen la mentalidad modernista, Dios no tiene derecho a darnos su ley. Nosotros tenemos autoridad suficiente para elaborar nuestro propio código moral y ético, sin menester de Dios. Al hacerlo, nos ponemos en lugar de Dios y dejamos de adorarle y rendirle a justa adoración. Signo de los tiempos finales es lo que vivimos. Veamos lo que dice el Apokalypsis:
Y vi otro ángel volar en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno, para predicarlo a los moradores de la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle gloria; porque la hora de su juicio ha venido; y adorad a Aquél que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de las aguas.
Y otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, aquella gran ciudad, porque ella ha dado a beber a todas las naciones del vino de la ira de su fornicación.
Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, el cual es vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero. Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás; y los que adoran a la bestia y a su imagen no tienen reposo ni de día ni de noche, ni cualquiera que reciba la marca de su nombre.
Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. (Apoc 14: 6-12)
Lamentablemente, en este ensayo no puedo desarrollar en profundidad, como quisiera los mensajes de estos tres ángeles, cruciales para cualesquier cristiano en el tiempo que nos toca vivir. Pero quiero destacar lo que dice el ángel de Apoc 14: 16-17. Anuncia el Evangelio Eterno, diciendo a los hombres que deben Temer a Dios y a Él sólo darle gloria, la adoración verdadera, sincera, una adoración “en espíritu y en verdad” (Jn Juan 4: 23-24). Este es el mensaje crucial de todas las épocas, lo vemos en todos los libros de la Biblia, lo vemos desde el Génesis hasta el Apokalypsis, y vemos como el hombre ha tendido a querer usurpar el lugar de Dios desde la primera tentación de Adán y Eva en el Edén. ¿Acaso no fue con ese engaño que la serpiente hizo caer a Eva?
La Sagrada Escritura ha dejado bien en claro que no podemos ver la desnudes de nuestros semejantes. Así, por ejemplo, Cam fue maldito, él y su descendencia por Noé ¿La causa? Descubrir la desnudez de su padre.El vocablo que se usa es ערותque signifia “desnudez”, pero también “defecto”, “vergüenza”. Es acompañado de la palabra וירא que significa no sólo ver, sino “descubrir”, “vigilar”, “espiar”… es tener algo delante que no se debe ver e insistir en la acción, es ver con alevosía lo que no está permitido. Por ello, bien traduce la versión Nácar-Colunga וירא como “descubrir” y no sólo “ver”
El texto hebreo de Gén 9: 22 dice:
ויראחם אבי כנען אתערות אביו ויגד לשׁני־אחיובחוץ
El texto de los LXX dice:
καὶ εἶδεν Χαμ ὁ πατὴρ Χανααν τὴν γύμνωσιν τοῦ πατρὸς αὐτοῦ καὶ ἐξελθὼν ἀνήγγειλεν τοῖς δυσὶν ἀδελφοῖς αὐτοῦ ἔξω
La traducción literal es:
Y descubrió Cam, el padre de Canaán, la desnudez de su padre, y saliendo, anunciólo a sus dos hermanos fuera.
Por su parte, en el Levítico (8: 3) vemos como Dios le dijo a su pueblo:
Yo soy Yahvé, vuestro Dios. No haréis lo que se hace en la tierra de Egipto, donde habéis morado, ni haréis lo que se hace en la tierra de Canaán, adonde yo os llevo; no seguiréis sus costumbres.
Por lo tanto, el Pueblo de Dios no puede seguir las costumbres de los pueblos que no son de Dios. Los versículos siguientes aclaran, sólo algunas de las costumbres que no deben seguirse:
Guardaréis mis leyes y mis mandamientos; el que los cumpliere vivirá por ellos. Yo, Yahvé.
Ninguno de vosotros se acercará a una consanguínea suya para descubrir su desnudez. Yo, Yahvé. No descubrirás la desnudez de tu padre ni la de tu madre; es tu madre; no descubrirás su desnudez.No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre; es la desnudez de tu padre.
No descubrirás la desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre; nacida en la casa o fuera de ella, no descubrirás su desnudez. No descubrirás la desnudez de la hija de tu hijo o de la hija de tu hija, porque es tu propia desnudez. No descubrirás la desnudez de la hija de la mujer de tu padre, nacida de tu padre; es tu hermana.
No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre; es la carne de tu padre. No descubrirás la desnudez de la hermana de tu madre; es la carne de tu madre. No descubrirás la desnudez del hermano de tu padre acercándote a su mujer; es tu tía, no descubrirás la desnudez de tu nuera; es la mujer de tu hijo; no descubrirás su desnudez.
No descubrirás la desnudez de la mujer de tu hermano; es la desnudez de tu hermano. No descubrirás la desnudez de una mujer y de su hija, ni tomarás a la hija de su hijo, ni a la hija de su hija para descubrir su desnudez; son parientes; es una infamia.
No tomarás a la hermana de tu mujer para hacer de ella una rival suya descubriendo su desnudez con la de tu mujer en vida de ésta.
¿Es por lo tanto una excusa que la costumbre de un país es que la gente ande desnuda, para que un presbítero o un obispo pueda estar delante de ellos? ¿O es menester del obispo, del presbítero o de cualesquier misionero, aún seglar, enseñar los mandamientos de Dios? ¿Desde cuándo podemos poner la costumbre de un pueblo por encima de la Ley de Dios? En Ezequiel 22:10 y en Apocalipsis 3: 18 deja en claro que la desnudez es algo reservado para la vida matrimonial, no una costumbre habitual. ¿Por qué razón? Simplemente porque es colocarse en una situación de pecado.
Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón. (Mt 5: 28)
Y nuestra obligación es presentarnos siempre ante Dios con modestia, recato, humildad y decencia, como dice San Pablo en la epístola a Tito:
Así, pues, quiero que los hombres oren en todo lugar, levantando puras las manos, sin ira ni discusiones. Asimismo, que las mujeres se presenten en hábito honesto, con recato y modestia, sin rizado de cabellos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con obras buenas, cual conviene a mujeres que hacen profesión de piedad.
La mujer aprenda en silencio, con plena sumisión. No consiento que la mujer enseñe ni domine al marido, sino que se mantenga en silencio, pues el primero fue formado Adán, después Eva. Y no fue Adán el seducido, sino Eva, que, seducida, incurrió en la transgresión. Se salvará por la crianza de los hijos, con tal que permaneciere con modestia en la fe, la caridad y la santidad. (1 Tito 2: 8-15).
Como vemos, la escritura aclara que los hombres y mujeres deben estar vestidos, y además bien vestidos según su sexo:
No vestirá la mujer ropa de hombre, ni el hombre se pondrá vestido de mujer; porque abominación es a Yaveh tu Dios cualquiera que esto hace (Dt 22:5)
Aquí vemos una referencia muy interesante a la ropa. He colocado este versículo porque algunos tradicionalistas (como ocurre en la FSSPX) dicen que esto prohíbe a las mujeres el uso de pantalones, no ya en el templo, sino en todo momento, incluso para trabajos que así lo requieren. Este versículo es también usado por los Testigos de Jehová y por otras sectas, como la Iglesia del Palmar de Troya. Según ellos, ahí está claramente la prohibición del uso de pantalones o calsas aún bajo la falda. Bien… pero ¿Existían los pantalones cuando se escribió el Deuteronomio? No se habían inventado aún… de hecho, los pantalones son una prenda relativamente nueva, en la época de la Biblia, había túnicas para hombres como túnicas para mujeres. Lo que está prohibiendo, no es sólo el vestir, sino lo que el vestido implica: que la mujer intente ser como el hombre y que el hombre intente ser como la mujer, lo que está prohibiendo es el signo externo de aquello que es interno.
Como suele ocurrir, estas diferencias suelen ser pasadas por alto por los fariseos y legalistas
Ellos olvidan que el uso de pantalones, por ejemplo en el templo no es un pecado en sí mismo, sino que lleva al escándalo, porque la mujer que así se presenta como alguien del mundo en un lugar sagrado, máxime si pretende acercarse a Dios. Ahora bien, si la Iglesia ha tratado de manera muy extendida a lo largo de su historia el tema de la modestia, mucho más en el Siglo XIX y XX ¿Qué hay con la desnudez? Si un tradicionalista se escandaliza y escribe contra un sacerdote que da la comunión a una mujer que se presenta con pantalones modestos y femeninos incluso, pero sostiene que eso es escándalo y que ese sacerdote agravia al Señor y mancilla al ministerio ¿Por qué puede consentir que una mujer semidesnuda se presente ante otro ministro?
La respuesta es clara: la hipocresía del fariseísmo que se infiltró entre los “tradicionalistas”. ¿Es un pretexto la situación socio-cultural? Veremos algunos ejemplos históricos.
III. El decoro ante el obispo y el sacerdote
En 1803, Benito Lue y Riega fue consagrado obispo de Buenos Aires. Fue el último obispo de la época indiana.Inició su episcopado con una importante visita pastoral, llevando el sacramento de la confirmación y ordenando presbíteros en el interior de la gigantesca diócesis de Buenos Aires. Entre los pueblos que visitó se encontraban las antiguas reducciones de San Francisco Javier dónde el obispo reprendió a los presbíteros por permitir a los niños corretear desnudos en las inmediaciones de la Iglesia. Vale aclarar que para 1805, cuando dejó Corrientes lo hizo escandalizado. Describió a la ciudad como una villa miserable incapaz de mantener el control sobre el territorio que la rodeaba, la parroquia de la ciudad y las dos de la campaña estaban terriblemente mal administradas y dónde los pocos curas que habían, eran curas de naturales que servían a todos por igual y sin exigir ningún recato a los fieles. El obispo denunció a los niños desnudos, mal alimentados, clérigos sospechados de vivir amancebados, incapaces de rezar la Misa, fieles borrachos y pendencieros y mujeres que pretendían recibir la comunión o la bendición con el torso desnudo.
En un sentido similar, el Obispo Manuel Azamor y Ramirez, quien ocupó la sede de Buenos Aires entre 1788 y 1796 remitió importantes documentos a los curas rurales sobre el orden en los territorios por ellos pastoreados, recordándoles la importancia del decoro.En 1791 el padre Juan Ruiz Améndola, cura de naturales fue denunciado primero y luego amonestado gravemente por el obispo Azamor y Ramirez por permitir que “una india lo frecuente sin cubrir su vergüenza”, y el obispo llegó a insinuar que eso y el mal sentir el sacramento del orden eran sinónimos.
En 1786, el Canónico Juan Baltasar Maciel consiguió que el Cabildo Eclesiástico prohibiera la comunión a cualesquier mujer que se presentara con los pechos descubiertos ante un sacerdote e igualó (según consta en las actas del cuerpo capitular) la solicitación con el recibir a una mujer en ese estado y no reprenderla.¿Casualidad? En el siglo XVI, informa el llegaban misioneros misioneros jesuitas a Córcega, la isla constantemente convertida y constantemente apostata, y los jesuitas no cesaban de condenar y amonestar a los sacerdotes que reciben a las fieles desnudas. ¿Excentricidades de algunos pocos?
El genial Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla de los Ángeles y luego de Osma, quien además llegó a ser Virrey de Nueva España insistió en que la función del misionero no radicaba únicamente a la predicación, sino a la verdadera conversión de los paganos e idólatras. El misionero no podía contentarse con anunciar el Evangelio y celebrar la Misa, debía transmitir la doctrina cristiana y llevar a los fieles a la Verdad, que es el mismo Cristo Nuestro Señor, y esto incluía una reforma de sus costumbres, una incorporación a la christianitas.Varias quejas presentó el Obispo Palafox y Mendoza contra los doctrineros regulares, una de ellas era que estos, por su mala preparación toleraban las costumbres indígenas, entre las que colocaba el andar desnudos… mismas críticas que presentó ante la Santa Sede a causa de los jesuitas, a quienes consideraba poco menos que laxistas y pelagianos.
¿Un último ejemplo? En 1789 encontramos que el presbítero Gregorio Funes, visitador de la Puna nombrado por el obispo de Córdoba, Angel Mariano Moscoso esgrimiendo la excomunión a las mujeres y jóvenes que se presentaron de manera indecorosa para recibirlos. Me cuesta imaginar la sonrisa en los labios del presbítero Funes cuando las fieles, flojas de harapos se presentaban ante él. Quizás, era otra época… quizás, todos estos ejemplos no eran de sacerdotes ni obispos “tradicionalistas”.
Estoy seguro que los lefebvristas, que tanto gustan comparar a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con la Compañía de Jesús (histórica), deben recordar que uno de los problemas que tuvieron con los ritos malabares, en las misiones americanas, tanto en el Brasil como en Hispanoamérica fue el rumor persistente de que los misioneros permitían que las mujeres y niños ya cristianos anduvieran desnudos.
IV. Conclusiones
La imagen fue colocada por una cuestión muy básica. Se trataba, no de atacar a Lefebvre en su época pre-conciliar como misionero en África.La figura de Marcel Lefebvre tiene cosas mucho más importantes para señalar antes que el saludar a una africana descubierta, por empezar, fue ordenado por un masón reconocido, cuya intención de destruir la Iglesia Católica es bien conocida, como fue denunciada por los Papas como Gregorio XVI o León XIII por citar sólo algunos ejemplos.
Insisto, si alguien quisiera atacar al obispo Marcel Lefebvre o a la FSSPX podría apelar, en primer lugar al hecho de que el cardenal Achille Liénart, quien ordenó sacerdote a Lefebvre era en ese momento un jerarca masón, y esta situación fue reconocida aún por el mismo Marcel Lefebvre. Lo que quería mostrar, originalmente, fue el claro contraste entre él y la actitud que se puede apreciar hoy en las capillas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, dónde el código de vestimenta, o como dicen los angloparlantes, el “dress code” perdió su significación real, para convertirse en un fin en sí mismo, en lugar de ser un medio para algo mayor.
Los lefebvristas, fieles y presbíteros han realizado acciones que nada tienen que envidiar a los procesos judiciales realizados en las congregaciones de los Testigos de Jehová, dónde desde el vestir hasta el comer, el con quien los fieles se reúnen o con quienes comparten lecturas, no ya profanas, sino incluso católicas, queda a escrutinio de los dirigentes.
Sorprende entonces cómo es posible que los lefebvristas, tan cuidadosos y meticulosos con el código de vestimenta, toleren y consideren incluso piadosa la actitud de Marcel Lefebvre para con las feligresas africanas que andaban desnudas y con las que, según vemos en la fotografía, contemporizaba. Sorprende más aún cuando uno compara la actitud de Marcel Lefebvre, que las recibe con una sonrisa, respecto a ejemplos históricos de misioneros católicos. Sorprende mucho más cuando vemos a los fieles de la Fraternidad y a los adoradores de “Monseñor” (como gustan llamar los lefebvristas a Marcel Lefebvre, como si se tratase del único obispo) justificar la actitud del obispo francés, padre del Concilio Vaticano II, quien un día llamaba anticristo a Pablo VI o Juan Pablo II, y al día siguiente Vicario de Cristo, por el sólo hecho de no estar dando la comunión, sino simplemente estar delante de ellas.
Así es el fariseísmo: se fija en el detalle, en el error superficial de quien publicó la nota, pero no en la acción que es denunciada. No importa que Lefebvre esté comporizando ante unas indígenas semidesnudas en contra de lo que manda la Iglesia y en contra de su deber como obispo y misionero. Lo que importó fue que yo dije que les daba la comunión… pero sí importó que indígenas estuvieran ante Juan Pablo II algunas décadas después. Lo de Juan Pablo II fue escándalo, lo de Lefebvre no, porque según los Lefebvristas, él si fue elegido por Dios.